Primero,
comenzaremos definiendo qué es la “conciencia social”, este término está
referido al conocimiento que una persona tiene sobre el estado de los
demás integrantes de su comunidad. El individuo con conciencia social es,
justamente, conciente de cómo el entorno puede favorecer o perjudicar el
desarrollo de las personas.
La
conciencia social supone que el hombre
entiende las necesidades del prójimo y pretende cooperar a través de
distintos mecanismos sociales. La acción social
para ayudar puede desarrollarse mediante la donación económica, las
colaboraciones de alimentos o ropa, las actividades de voluntariado y otro tipo
de asistencia.
En
una investigación sobre la formación de la conciencia social, (Loredo 2008),
indica que, desde el punto de vista de la filosofía materialista, se concibe la
conciencia social como el reflejo del mundo objetivo, social y natural, en la
psiquis humana.
Ese
reflejo son las ideas, los conceptos, los significados que el ser humano da a
lo que percibe con sus sentidos. La conciencia social de un grupo humano se
manifiesta en las leyes, las normas morales, la ciencia, la religión, el arte,
la filosofía y en la política. A esas expresiones se les llama formas de la
conciencia social.
La
conciencia social, así entendida, es el pensamiento que en un momento y un
contexto específico, predomina en la sociedad. Sin embargo, esto no significa
que en la sociedad todos los individuos tengan un pensamiento uniforme, es por
eso que coexisten diversas ideologías, filosofías, expresiones artísticas,
códigos morales, así como distintas posturas y prácticas políticas. Esta
diversidad en las formas de la conciencia social está condicionada por la
posición que los individuos ocupan en la organización social. No tienen la
misma ideología y no le dan el mismo significado a la realidad que viven los
individuos de las distintas clases sociales.
Con
respecto a lo mencionado anteriormente, la educación, y particularmente el
educador posee un papel fundamental en la formación de la conciencia social en
sus alumnos, y a mi parecer, en todo su entorno, ya que un educador es un
modelo social tanto en la escuela como fuera de ella.
Según
Vela (sin fecha), la Responsabilidad Social se desarrolla cuando el profesor
toma conciencia de sí mismo, de su entorno, y de su papel en el entorno.
Presupone la superación de un enfoque egocéntrico. Además, esta conciencia del
profesor trata de ser global e integral (incluye tanto a los alumnos como a la
escuela).
Dicha
responsabilidad Social del profesor exige, desde una visión holística,
articular las diversas partes de la institución en un proyecto de promoción
social de principios éticos y de desarrollo social equitativo y sostenible,
para la producción y transmisión de saberes responsables y la formación de ciudadanos
igualmente responsables.
Considero
que se le coloca la connotación “responsabilidad” ya que se refiere a quien se
encuentra obligado a responder por alguna cosa o alguna persona. También es el
que cumple con sus obligaciones o que pone cuidado y atención en lo que hace o
decide; es un valor que está en la conciencia de la persona, y al ser, el
educador, un modelo para sus alumnos, para su escuela, para sus compañeros
docentes y no docentes, en fin, para todo su entorno, el educador está en la
responsabilidad de cumplir con fortalecer el valor en sí mismo, además de
fortalecer la conciencia social entre
sus alumnos y en su entorno, valores culturales, sociales, de integración y
reflexión; a mi parecer, el educador, desde su humilde puesto tiene acceso
ilimitado a quien lo está escuchando, a quién lo observa como un guía, como un
tutor, como un modelo a seguir, este puesto, considero que no se debe tomar a
la ligera, es una posición de mucho compromiso, la cual se debe respetar ante
todo, se debe tener en cuenta que el alumno, el entorno, puede llegar a seguir,
incluso hasta cada acto y cada palabra de lo que el educador vea como bueno o
correcto, siempre teniendo en cuenta el libre albedrío del alumnado, pero en
términos generales, el educador y su pensamiento, sus acciones, sus consejos y
su forma de enseñar tienen gran peso en la conciencia de quien aprende.
Considero
que es de suma importancia observar esta gran oportunidad, como también este
gran compromiso que tienen los educadores en sus manos, para con su sociedad y su entorno, se pueden
lograr marcar grandes cambios, grandes diferencias, que beneficien al bien
común, que generen o aporten cualidades y respuestas a problemas sociales
existentes, y además ayudar a la fundación de bases estables a nivel de
conciencia social, que se puedan llevar a cabo hasta para las siguientes
generaciones.
Bustamante
(sin fecha), asevera que, el educador es entonces un ser privilegiado en la
construcción no sólo de la cultura, sino, como consecuencia de ella, de la
sociedad, de la manera cómo sus alumnos ven al mundo, de la distintas
perspectivas con que interpretan a este mundo, a la sociedad y a su existencia
social e individual que otorgan un orden a su convivencia naturalmente gregaria
Un
buen docente debe enseñar humanizando el conocimiento, fomentando la reflexión
crítica, con propuestas adecuadas que lleven a un mejor orden social.
El
compromiso social de la educación y del educador, ante el panorama al que se
enfrenta, debe revalidarse, reconceptualizarse, pues así como afirma Martínez
(2001) que "el compromiso radical de la escuela con la educación del ser
humano no puede eludir su posición crítica con las políticas de injusticia y
desigualdad. Ésta debe seguir siendo una cuestión básica en todo educador"
(p. 95).
En
todos sus niveles la formación del profesor debe incorporar la reflexión y la
crítica, para recuperar la conciencia y el compromiso social.
El
profesor debe ser capaz de incorporarse a la sociedad, a la interacción con
otras personas y a la institucionalidad que las organiza, para estar en
condiciones de "convertir a la escuela en primer espacio público del niño,
creándole posibilidades de percibir, vivir y actuar, interactuando con las
múltiples relaciones que permean toda la sociedad" (Setúbal,
1996:88).
Con
respecto a este último punto no se debe dejar de lado la valoración de la
interculturalidad, según Escarbajal (2009), la diversidad cultural supone la
valoración específica de cada cultura, y el respeto al ritmo de cada individuo
perteneciente a ellas, así como que es la escuela la que debe acomodarse a los
diferentes ritmos de aprendizaje y no a la inversa, sin por ello aumentar las
diferencias. La convivencia y el intercambio cultural, hará optar a cada cuál por
la opción cultural que considere más adecuada.
En
la medida en que el profesor ha aprendido a participar y comprometerse va a
tener la capacidad de enseñar a sus alumnos a integrarse a la sociedad y al
mundo, de manera que cada quien pueda resguardar su propia individualidad y no
hacerse una víctima de la enajenación. Pero hay que tener muy en cuenta que
esto, que significa una forma de ver al mundo, se aprende de la cultura, de
otras personas.
Se
puede llegar a asumir a cabalidad que la
labor del docente formador, enseñante va mucho más allá de su labor como
instructor y tiene que ver no sólo con su rol en el entramado social, sino con
su compromiso con las personas de sus alumnos, en una interacción cercana y
cordial. Es ahí donde se juega toda la relación pedagógica, no sólo la de las
personas que están en los roles de profesor y de alumno, sino de la institución
escolar completa, añadida a ella además, las instituciones políticas,
económicas y sociales interesadas en su quehacer. Es necesario personalizar la
relación pedagógica para hacer de ella una comunicación humana.
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